La devoción mariana de nuestro pueblo de Ibros, como la mayoría de los
pueblos y ciudades tanto españolas como extranjeras, tiene su origen en
una aparición. En algunos lugares, la aparición de la Virgen María está
documentada por hechos fehacientes y en otros casos se basa en una
piadosa leyenda… En el caso de Ibros, dicha leyenda se remonta a los
tiempos de la dominación árabe, cuando los ibreños por temor a que la
imagen de La Remediadora fuera profanada por las tropas musulmanas,
decidieron esconderla y qué mejor sitio para ello que enterrarla. Pues
bien, no sería hasta los primeros años del siglo XVIII cuando un ibreño que
estaba sacando barro en una huerta, para el tejar de una persona de
Baeza, se encontró una campana y en su interior había una imagen de la
virgen. Desde entonces hasta la actualidad el lugar donde apareció la
virgen se llama “La huerta de la Virgen”.
Pero aquí no queda el relato de esta historia. Lo milagroso de este suceso
es que el dueño de la huerta era de Baeza y quiso llevarse la imagen a su
ciudad, pues se creía con el derecho de que al ser descubierta en su
propiedad le pertenecía. En cambio, los trabajadores la querían para Ibros.
Finalmente, el propietario de la finca se la llevó a Baeza, pero
milagrosamente la Virgen volvió a Ibros y así hasta en tres ocasiones. Una
señal inequívoca de que Ella quería quedarse con los ibreños. Fue
trasladada a la Ermita de la Virgen de Jesús.
La imagen aparecida, como otras aparecidas en diversos lugares o
pueblos, se la llamó originariamente Virgen de la Antigua. Sin embargo, en
Ibros se la llamó Virgen de los Remedios, advocación que llegó de la mano
de los Religiosos Trinitarios y especialmente por Fray Juan Bautista de la
Concepción, que había fundado en Baeza un convento.